San Sebastián de Garabandal es una típica aldea española de unas 80 familias, situada en un recóndito paraje de los Picos de Europa en Santander, muy cerca de la frontera con Asturias.
La tarde del 18 de junio de 1961, cuatro niñas, Conchita Gonzalez, Mari Loli Mazón, y Jacinta Gonzalez de doce años de edad y Mari Cruz Gonzalez de once, se encontraban en el sitio llamado "la calleja", comiendo muy entretenidas las manzanas que—travesuras de niñas—habían bajado del manzano de la casa del maestro sin permiso. Un ruido semejante a un trueno les hizo levantar la vista. En ese momento vieron un angel resplandeciente de luz, el cual, poco después, desapareció de repente sin decir palabra. Las niñas, muy asustadas, corrieron a la iglesia de la aldea. La palidez de sus rostros suscitó cierta curiosidad; ellas contestaron que habían visto al angel, dando así a conocer la misteriosa aparición. Durante el transcurso de los próximos doce días, el angel volvió a aparecérseles ocho veces más. El 1 ° de julio les anuncia que al día siguiente, domingo, se les aparecería la Virgen bajo la advocación del Carmen.
Como la noticia se propagó velozmente, el domingo 2 de julio de 1961, numerosas personas, entre ellas varios sacerdotes, acudieron a la aldea para presenciar el acontecimiento. Alrededor de las 6:00 p.m., las niñas se encaminaron hacia el lugar donde se les había aparecido el angel anteriormente, pero, poco antes de llegar, la Sma. Virgen se les aparece acompañada de dos ángeles idénticos como gemelos, uno a cada lado. Las niñas reconocieron a uno de ellos por ser el mismo que se les había aparecido antes, el cual sería identificado posteriormente como San Miguel Arcángel. A la altura de la Virgen se percibía un ojo grande que parecía el ojo de Dios, símbolo de la constante misericordia de Dios sobre nosotros.
El tono de la conversación de las niñas con la Madre del cielo fue familiar y espontáneo. Por último, la Virgen rezó el rosario con ellas para enseñarlas a rezarlo bien. La Madre de Dios continuaría apareciéndose durante los próximos cuatro años (hasta noviembre 13,1965), y con frecuencia varias veces al día. Se calcula que el número de las apariciones asciende a dos mil.
A las niñas les era posible predecir las apariciones porque éstas iban precedidas de tres "llamadas" que ellas percibían interiormente, y cuya intensidad era cada vez mayor. Durante los éxtasis ¡cuántas veces sus rostros adquirían una expresión angelical! E innumerables veces cayeron de rodillas sobre los adoquines o las piedras del camino, pero nunca se hicieron el más leve daño. También se les dilataban las pupilas, y caminaban con la cabeza completamente echada hacia atrás, y, fuese por breves minutos o por largas horas jamás sufrieron lesión muscular o fatiga alguna. Igualmente, permanecían insensibles a cualquier contacto físico, incluso los pinchazos y las quemaduras de cerillas. Cuando durante las apariciones nocturnas se les enfocaban directamente sobre la cara potentes reflectores, mantenían los ojos abiertos sin pestañar y con las pupilas dilatadas. El peso que adquirían sus cuerpos durante los estados extáticos era tal, que en una ocasión dos hombres trataron de levantar a una de las niñas, pero no pudieron lograrlo; sin embargo, ellas entre sí se alzaban las unas a las otras para acercarse a besar a la Sma. Virgen.
A medida que se desarrollaron las apariciones surgió un nuevo fenómeno: el de las caídas extáticas. Durante los éxtasis y estando las niñas de pie, de repente comenzaban a inclinarse hacia atrás hasta quedar en posición horizontal al nivel del suelo pero sin tocarlo. Al incorporarse lo hacían sin apoyarse en las manos. Las fotografías muestran que, cuando asumían esta postura, la falda no se les levantaba indecorosamente. Cuando las cuatro niñas caían en éxtasis a la misma vez, todos sus movimientos se realizaban con una sincronización perfecta. Uno de los más valiosos testigos, el Canónigo Don Julio Porro Cardeñoso, lo compara a la sincronización de las luces de un salón de conferencias que con un solo botón se apagan simultáneamente. Las posturas que adoptaban las niñas durante las caídas extáticas tenían un sello sobrenatural, por lo cual algunos testigos oculares las han descrito "como esculturas de gran belleza."
Otro rasgo característico de los éxtasis fue el de las marchas extáticas. Durante las marchas extáticas, las niñas caminaban con la cabeza echada hacia atrás sin mirar a donde se dirigían, agarradas del brazo, tanto por caminos difíciles como por terrenos empinados, y a veces a un paso tan acelerado que a aquellos que trataban de seguirlas de cerca les resultaba imposible mantenerse a la par que ellas. Otro testigo, la Srta. Asunción de Luis, describe en una declaración por escrito, fechada 18 de marzo de 1962, uno de esos "vuelos" por la pedregosa y escarpada senda que conduce desde la aldea hasta el lugar llamado Los Pinos, situado en una colina desde donde se domina la aldea: "... La niña subió por la senda y descendió nuevamente de espaldas a una velocidad increíble." Asimismo, en cualquier momento durante estas marchas veloces, las videntes podían detenerse instantáneamente desafiando las leyes físicas, mientras que las personas que las seguían continuaban avanzando antes de poder parar, lo mismo que le ocurriría a un automóvil que tratase de frenar violentamente. En algunas ocasiones la marcha de las niñas se asemejaba a los aviones en vuelo, ya que se deslizaban por el terreno con los brazos abiertos, tocando el suelo con la punta del pie solamente. Cabe notar que en estas ocasiones no se sudaban ni les faltaba el aire ni se les alteraba el pulso.
Fueron muchos los sacerdotes que acudieron a San Sebastián de Garabandal con el fin de observar a las niñas en éxtasis, entre ellos, un joven jesuíta profesor de Teología, el P. Luis María Andreu. La noche del 8 agosto de 1961, el P. Luis se encontraba estudiando un éxtasis. Quienes estaban a su alrededor lo escucharon exclamar cuatro veces "milagro" y notaron una expresión profunda en su rostro bañado en lágrimas. Es que al P. Luis María le fue concedido ver a la Sma. Virgen y el gran milagro (véase página siguiente) anunciado por Ella.
De madrugada, el P. Luis regresaba en el coche con los amigos que lo habían conducido a Garabandal y de repente se le oye exclamar: " ¡Qué regalo me ha hecho la Virgen! ¡Qué suerte tener una Madre así en el cielo! No hay que tener miedo a la vida sobrenatural. Hoy es el día más feliz de mi vida." Pocos momentos después moría el P. Andreu, la única persona que aparte de las niñas, vio el gran milagro y a la Sma. Virgen durante las apariciones. En una aparición posterior, la Virgen le dijo a las niñas que el P. Luis había muerto de felicidad.
Desde el inicio, las niñas comenzaron, a petición de la Virgen, a presentarle objetos—al principio piedrecillas del camino—para que Ella los besase. El público al darse cuenta, comenzó a darle a las videntes distintos objetos, como rosarios, crucifijos, medallas y anillos de matrimonio. La gente a veces colocaba estos objetos encima de una mesa o los hacían llegar a las niñas por medio de terceros; pero invariablemente, éstas, guiadas por la Sma. Virgen durante el éxtasis devolvían el objeto apropiado a su dueño respectivo sin equivocarse.
Antes de su última visita a Garabandal, la Sma. Virgen le había pedido a Conchita que trajese objetos para Ella besarlos. Después de hacerlo le dijo: "Mi Hijo, por medio de este beso que he dado aquí, hará prodigios; repártelos a los demás." Promesa que no ha dejado de cumplirse, ya que son innumerables las conversiones y las curaciones de orden físico que en los cinco continentes se atribuyen a la intercesión de la Virgen por medio de su beso.
Estos fenómenos de orden sobrenatural no constituyen un fin en sí mismos, sino que han sido el medio del cual se ha valido Dios para atraer la atención del hombre a un llamado ulterior y apremiante. El 4 de julio de 1961, la Sma. Virgen dio un mensaje al mundo, que habría de hacerse público el 18 de octubre de ese mismo año.
A pesar de la lluvia, unas tres mil personas se congregaron en Garabandal aquel 18 de octubre para escuchar el mensaje, redactado por las niñas con las siguientes palabras:
Es deseo expreso de la Virgen que este mensaje se de a conocer en todo el mundo.
Las niñas habían pedido insistentemente a la Virgen que obrase un milagro a fin de que la gente creyera. Finalmente, un día el angel le comunicó a Conchita que en cierta fecha que le indicaría la Virgen, cuando él le trajese la comunión—que hasta ese momento siempre había sido invisible a los ojos de cualquier observador—ese día, al momento de ella recibirla sobre su lengua, la hostia se haría visible, y que lo anunciara con 15 días de antelación.
En la madrugada del 18 de julio de 1962, Conchita cayó en éxtasis en su casa, salió fuera, dobló la esquina y cayó de rodillas en la calle contigua. Un buen número de personas se apretujaba a su alrededor para poder ver. Conchita sacó la lengua y la mantuvo fuera por espacio de unos breves minutos. Dicen los testigos que ella no traía nada absolutamente dentro de la boca. De repente, una hostia blanca y resplandeciente se vio aparecer sobre su lengua. Uno de los testigos lo ha descrito así, despejando la menor sombra de duda: "... No dio la sensación de haber sido depositada, sino más bien de haberse materializado allí, a una velocidad mayor de la que el ojo humano puede captar." Este milagro fue captado por la cámara de un aficionado curioso, a pesar de que la única iluminación que había era la que proporcionaba una pequeña linterna.
En Garabandal la Sma. Virgen predijo tres grandes acontecimientos, el primero de los cuales será un AVISO universal. Aunque se desconoce su naturaleza, se sabe que será visto y percibido por toda la humanidad. Nadie podrá escapar de él y nadie dudará de que procede de Dios. Primeramente se observará en el firmamento, y después cada uno lo experimentará interiormente y verá las consecuencias del mal que haya obrado y del bien que haya dejado de hacer.
Este AVISO servirá para purificar la conciencia del mundo y prepararnos para el gran MILAGRO que tendrá lugar poco después en el sitio llamado Los Pinos, en Garabandal. Ocurrirá un jueves a las 8:30 p.m. entre el 8 y el 16 de marzo, abril o mayo; coincidirá con la fiesta de un mártir relacionado con la Eucaristía y con un suceso de la Iglesia. Conchita conoce la fecha del milagro y lo anunciará ocho días antes. Todos los que concurran a la aldea o se encuentren en los alrededores lo presenciarán. Los enfermos sanarán, los pecadores se convertirán y los incrédulos creerán. A consecuencia del milagro Rusia se convertirá. El MILAGRO dejará una señal sobrenatural en Los Pinos que permanecerá hasta el fin de los tiempos.
Si después del AVISO y del MILAGRO el mundo no cambia, entonces vendrá un CASTIGO que será tan terrible como el mundo lo merece.
Durante la última etapa de las apariciones, la Virgen le dijo a las videntes que como no se había hecho caso y no se había cumplido su mensaje del 18 de octubre, le daría un último mensaje al mundo.
El 18 de junio de 1965, el día señalado, una multitud de españoles y de extranjeros acudió a la aldea para escuchar el mensaje, que textualmente dice:
Los sucesos de Garabandal fueron presenciados por personas de distinta condición y categoría. Sacerdotes, canónigos, teólogos, nobles españoles, médicos y abogados comparten junto con los más humildes labradores el privilegio de haber estado presentes durante los éxtasis. La inmensa mayoría de ellos se sintió profundamente conmovida por todo cuanto vio y se marchó de allí convencida de la autenticidad de las apariciones.
Un especialista en niños ha dejado constancia de que las niñas actuaban siempre de modo completamente normal y de que los éxtasis no pueden categorizarse dentro de ningún fenómeno fisiológico conocido. El Dr. Ricardo Puncernau, prominente neuropsiquiatra español, ha declarado: "Según el punto de vista estrictamente científico, no se puede negar la posibilidad de una causa sobrenatural en todos estos fenómenos."
Los doctores Garcia Ruiz y Ortiz Gonzalez han dicho: "Permanecer silentes constituiría una verdadera cobardía científica... no hemos encontrado una explicación convincente de estos fenómenos."
A los 16 anos de edad, Joseph Lomangino, natural de Nueva York, perdió ambos ojos a consecuencia de un accidente, y a causa del cual, tambien fue necesario cercenarle el nervio olfativo. Vivió sin olfato hasta 1963, año en que fue a visitar al Padre Pio ( +1968. Su causa de beatificación ha sido introducida) a San Giovanni Rotondo, Italia. Por intercesión del sacerdote estigmatizado, Joey en aquella ocasión recobró el olfato. En una conversación posterior, Joey le preguntó al Padre Pio si era cierto que la Virgen se aparecía en Garabandal y si debía ir. Como la respuesta fue afirmativa Joey fue. A su llegada a la aldea se encontró con las videntes, cuya sencillez y sinceridad lo impresionaron. También el mensaje le produjo una honda impresión. Convencido de la necesidad de darlo a conocer hizo el propósito de propagarlo.
Comenzó yendo a visitar a sus amigos para relatarles todo lo relacionado con las apariciones y su curación. Más tarde, sento las bases para la fundación de una organización de la cual la Sma. Virgen había dicho: "La casa de caridad que él (Joey) establecerá en Nueva York dará mucha gloria a Dios." Sus charlas locales pro pronto se convirtieron en conferencias complementadas con medios visuales extendiéndose con el tiempo por todo el país y luego al extranjero.
En espíritu de fraternal cooperación, los propagadores de Garabandal de otros países han ido uniéndose a la organización fundada por Joey Lomangino, formando así una red internacional. Hoy en día, con la ayuda de la Sma. Virgen, el mensaje de Garabandal se difunde en casi todos los países del orbe en los cinco continentes.
Las cuatro videntes han contraído el santo sacramento del matrimonio. Tres de ellas se han casado con norteamericanos y residen en los Estados Unidos de América. Llevan una vida cristiana ejemplar, totalmente dedicada a su vocación de esposas y de madres. Conchita contrajo matrimonio con Patrick Keena de Nueva York en 1973 y tienen cuatro hijos. Mari Loli se casó con Francis La Fleur de Massachusetts en 1974; tienen tres hijos. Jacinta se casó con Jeffrey Moynihan de California en 1976 y tienen una hija. Mari Cruz es la única vidente que vive en España. En 1971 se casó con Ignacio Caballero y tienen cuatro hijos.
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